Oficina convencional vs. espacio flexible
21 febrero, 2020
El cambio de paradigma social, cultural y económico que hemos experimentado en los últimos años, en el que la pertenencia queda recluida a un término del pasado y el anglicismo share está más en boga que nunca, significa que la mentalidad del ’pago por uso’ ha llegado para quedarse. Esta evolución se vio implementado primero a nivel usuario, aprovechando las ventajas que plataformas como Airbnb o servicios como el carsharing han proporcionado a la sociedad. Después la experiencia pasó al ámbito profesional, cuando las empresas trasladan sus oficinas tradicionales, las de “toda la vida”, por espacios flexibles, en los que la experiencia de los trabajadores ha mejorado sustancialmente el desempeño de sus funciones.
Hablamos de oficinas que adaptan las necesidades del cliente a lo que éste requiera. Desde el tamaño del espacio de trabajo, hasta el tiempo de contrato que desee instalar su sede en uno de estos centros.
Con la flexibilidad como fundamento principal, desde First Workplaces hemos desarrollado las diferencias que existen entre un espacio flexible y una oficina convencional, que son numerosas. Las desarrollamos para que, cuando tengas que elegir un lugar de trabajo, sea con fundamento.
Modelos de espacios: Las oficinas tradicionales no suelen caracterizarse por la variedad en lo que a tipos de espacios se refiere. Están asociadas a un emplazamiento en el que el despacho, las salas de reuniones y las grandes zonas comunes compartimentadas, es todo lo que se puede encontrar. Sin embargo, en los workspaces, es determinante tener una amplia oferta de opciones: espacios de coworking, aulas de formación, phone-booths, áreas de plug and work y, por supuesto, despachos y salas de reuniones.
Flexibilidad: Este punto es fundamental a la hora de diferenciar un espacio flexible de una oficina convencional. Las flex offices son capaces de adaptar todo aquello que esté en su mano. No importa el número de trabajadores por el que esté compuesto el equipo, las necesidades del cliente se adecuarán a lo que este demande: mobiliario, los metros que necesite su oficina o la decoración, así como los requisitos tecnológicos. Encontrar el bienestar durante la jornada laboral, hará que los empleados de una empresa rindan con mayor eficiencia. Las oficinas convencionales, por su parte, se ven encorsetadas a la decisión que toman cuando inauguran su oficina, puesto que adaptar el espacio para ellos supone un gasto que muchas veces no es asumible.
Servicios: Recepción, seguridad, electricidad, limpieza… estos son solo la punta de lanza de los servicios que una empresa precisa a diario. Estas obligaciones, en una oficina convencional, es el puesto del office manager quien tiene que llevarlas a cabo. En un coworking es la empresa que proporciona los espacios la que se responsabilizará de que estén presentes las necesidades de los clientes, haciendo que puedan centrar el 100% de su tiempo al desarrollo de su negocio.
Variedad: relacionarse a diario con profesionales de distintos sectores y profesiones se presenta como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento laboral que en un espacio de oficinas flexibles se convierte en un ejercicio cotidiano. Práctica que en unas oficinas convencionales no se podrá llevar a cabo, al pertenecer los trabajadores a un mismo ámbito y empresa.
A la hora de contratar un lugar de trabajo, son muchos los factores que hay que tener en cuenta cuando el objetivo es lograr el máximo rendimiento para la empresa. Estas son algunas de las ventajas que presentan las oficinas flexibles sobre las tradicionales y que constituyen todo un mundo de posibilidades para aquellos que cuentan con sus servicios.